David Díaz, triatleta de larga distancia

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(Fran García, mayo 2017) “Quiero hallar en el esfuerzo constante y la superación de obstáculos, la manera en la que encuentro mi felicidad y consigo también dársela a los que tengo más cerca”

Viene de protagonizar una auténtica gesta en el Ironman de Sudáfrica (un Ironman es la prueba más exigente del triatlón) en la que, además de ser segundo clasificado en su grupo de edad, consiguió nada menos que la clasificación para la prueba más prestigiosa y exigente del mundo: el ironman de Hawái. Este impresionante éxito, tiene más mérito aún si tenemos en cuenta que David Díaz compagina su trabajo en las urgencias de un hospital con la dureza de sus entrenamientos. Este orotavense conoció el triatlón casi de casualidad, pero este deporte, en su versión más extrema, le ha cambiado la vida. David, con el objetivo más ambicioso de su corta pero meteórica carrera deportiva, tuvo un ratito para contarnos su experiencia y cómo afronta sus próximos retos.

¿Cómo se cruza en tu camino el triatlón?

“Soy de La Orotava y viví unos años en Buenavista del Norte. Allí el clima, la naturaleza, la tranquilidad y también las poco concurridas y bonitas instalaciones deportivas de la piscina municipal, hicieron que en los ratos libres saliera a correr por sus senderos, a ir en bicicleta de montaña para los recorridos más largos, y cumplir con un propósito que tenía desde pequeño que era aprender a nadar. Esas salidas deportivas se fueron convirtiendo en una rutina que me fue enganchando cada vez más, hasta ocupar prácticamente todo el tiempo que no estaba trabajando en el hospital. Por último practicaba los tres deportes casi a diario. El monitor de la piscina, tras un año de cursillo, me habló de que en Los Silos harían un triatlón de montaña y que como me veía siempre practicándolo, pues que me iba a gustar hacerlo. Hasta ese momento no sabía que había una disciplina que se llamaba triatlón, ni en qué consistía, ni las normas,… ¡nada!. Los seis meses previos a esa carrera soñaba con ser el primero, buscaba información, entrenamientos, videos, libros y de todo para lograrlo. En un día con muy mala mar, salí el penúltimo del agua, casi me ahogo, pero al subirme a la bici y luego echarme a correr, disfruté como un niño el día de reyes. Pese a ir con una bici de más de 20 kg, sin pedales automáticos y ninguna experiencia previa, iba adelantando a otros competidores hasta que acabé en mitad de la clasificación. Esa prueba sólo me dejó con ganas de más y más, y esa necesidad y satisfacción por hacer lo que me hace feliz día a día ha ido creciendo y así seguirá”.

Después de disputar varias pruebas de triatlón con tiempos más que aceptables, decides pasarte a la larga distancia con los Ironman. ¿qué buscabas con este cambio?

“Antes de mi primer Ironman, hice dos años la Teide Extrem, una prueba de media distancia, en la que el sector de bici tenía el perfil más elevado de carreras de este tipo en toda Europa. Las preparé yo mismo, sin entrenador, sin planificación y también sin experiencia porque sólo había hecho un triatlón de distancia olímpica previo (el del Médano). En la primera edición de 2013 recuerdo un puesto 22º, y en la de 2014 fui el 11º; tras esta última prueba recibí elogios de deportistas experimentados que me preguntaban mi nombre, de dónde era y qué hacía para correr tan ¨suelto¨ después de tantas horas pedaleando los 90 km con subida al Teide y los 2 km nadando del comienzo; yo ni idea del porqué, tan sólo descubrí allí mismo que muchos triatletas acumulaban mucha fatiga al correr la media maratón a pleno sol y con casi 30º, y en mi caso mientras me siguieran dando agua y algún gel, podía seguir y seguir a un buen ritmo durante más kilómetros. Pude ver que tenía algo que me hace disfrutar y rendir mejor cuanto más largas fueran las competiciones. Al día siguiente de la prueba, una gran compañera de trabajo y mejor amiga, que muchos aún recordamos a diario, Carmen H.P. me dijo: ¨compañerito, hablé de tu resultado con uno de los mejores entrenadores y preparadores físicos del país en una cena tras la carrera y lo que mejorarías si estuvieras asesorado por un profesional y me pidió que te pusieras en contacto con él¨ . Su nombre es José Ramón Callén Rodríguez y su proyecto www.quieroretos.com.  

Ello hizo que pocos meses después, viajase un fin de semana a la isla conejera para ver el Ironman de Lanzarote. Mientras iba en taxi desde el aeropuerto a Puerto del Carmen, veía a muchos atletas entrenando en unas bicis y con unos cascos que parecían de ciencia ficción, nadando unas distancias en el mar que me parecían imposibles, corriendo a pleno sol por un paseo precioso junto al mar…; iba con un nudo en la garganta por la emoción, erizado y con lágrimas en los ojos tan sólo por ver el ambiente dos días antes de la prueba. Allí dije que si volvía a ese Ironman sería con un dorsal puesto. Se lo dije a mi entrenador y tuvimos casi un año completo para prepararme y realizar esta prueba calificada como de las más exigentes del mundo. La alegría y pasión que día tras día viví entrenando, aprendiendo y esforzándome durante ese año de preparación para el IM de Lanzarote, más luego el terminarlo en buen lugar, me duran todavía, y no han parado ni pararán de crecer para los futuros retos que vendrán”.

En un deporte individual como este, es importante contar con el asesoramiento de profesionales y el apoyo de tu gente, para poder encarar los impresionantes retos a los que te enfrentas con garantías ¿quiénes han sido esas personas que te han ayudado este tiempo y que han significado en tu progreso como deportista?

“Sin lugar a dudas la principal es mi madre. Ella es la mejor profesional del mundo en lo que hace: primero regalarme la vida y la oportunidad de disfrutarla, y segundo el estar siempre pendiente de mí para que pueda coronar la montaña más alta que encuentre. Aparte de la comida, que en deportes de resistencia es la clave junto con el descanso, me acompaña a donde sea que compita y a cualquier entrenamiento largo para que nunca paré a repostar agua, comida o lo que necesite; allí siempre está ella con bidones de agua esperándome en algún mirador, así esté lloviendo, nevando o con calima. El segundo pilar fundamental es mi entrenador y amigo, José Ramón C. R. que representa la máxima expresión que conozco de aplicar el conocimiento científico al deporte con la mayor rigurosidad y siempre atento a cualquier avance para incorporarlo en la mejora del rendimiento deportivo a cualquier nivel que se plantee. Con alguien así planificando los entrenamientos y enseñando ciencia, la confianza es del 200% en uno mismo y en el tiempo que estás invirtiendo para hacer lo que te corresponde en cada momento de la preparación. También forman parte importante de estos cimientos los compañeros de trabajo que siempre están disponibles para hacer cambios de turno y poder acumular días para los momentos claves de la preparación y de competición; con una jornada laboral completa, imagínate lo difícil que es cuadrar hasta 33 horas de entrenamientos en las semanas más duras y sin que te suponga estar sobre-entrenado y obtengas un beneficio de ello. Por supuesto, la familia, amigos y demás personas que te animan con mensajes muchas veces alucinantes, completan el plano mental para tener motivación de sobra para los momentos más difíciles en los que aparece en tu cabeza la frase ¨párate y no sigas¨. Mis tiempos y resultados hasta ahora son fruto de este equipo que he nombrado, como ves, de muchas personas, y nunca únicamente de mí”.

Recientemente has disputado el Ironman African Championship (Sudáfrica), en el que, además de lograr el segundo lugar en tu grupo de edad, has conseguido nada menos que la clasificación para el próximo Ironman de Hawái. Cuéntanos un poco las sensaciones que tuviste en la prueba africana.

“La preparación para este IM de Sudáfrica ha sido con diferencia hasta ahora la más exigente física y mentalmente, pero también la que más he disfrutado. Ha sido como dice mi entrenador ¨hacer las cosas paso a paso, sin saltarse ningún escalón¨, dando tiempo a que con los meses y los años el cuerpo y la mente se vayan adaptando y que las ganas iniciales de entrenar 30 horas a la semana, al final se lleven a la realidad y que te suponga una mejoría, y no lesiones o malos resultados. Fui a Sudáfrica dos semanas antes para terminar la puesta a punto y conocer hasta el último rincón del recorrido; los primeros días hice un test de bicicleta y tras el resultado José Ramón me afirmó que con esos datos me quería ver en el podium. Aquello fue como decirte que puedes pisar la luna, que has trabajado y te has esforzado tanto en este tiempo, que tienes la capacidad para poder hacerlo. Esas lágrimas que solté al escucharlo no las olvidaré nunca.

Entrenando allí me sentía casi como en casa, con calor, viento, mar… y el día de la carrera llegó. Nadar no es mi fuerte, así que me coloqué en el segundo cajón de salida para ritmos entre una hora y noventa minutos; así nadé sin golpes, cómodo, con un ritmo exigente pero sin ver que otros participantes me adelantasen, como si llevara una hélice. Era consciente de que si me sobre-esforzaba en el agua, no podría hacer lo que tenía preparado sobre la bici y luego corriendo. Salí bien del mar, y en el sector de bici todo iba según lo planeado, incluso yendo a una intensidad un poco inferior de la marcada y contínuamente adelantando a otros competidores. El recorrido era precioso, pero bastante duro, con un asfalto muy rugoso que hacía que la bici estuviera saltando las casi cinco horas que tardé en hacerlo. Al comienzo de la maratón, tenía la sensación de que los 3,8 km nadando y 180,2 km de bici se me habían pasado volando, como un entrenamiento más y ahora debía ser cauto los primeros kilómetros para que esa sensación de fuerza y motivación no me hicieran gastar más de lo debido.

Se corría por una carretera muy ancha de la costa, sin nada de sombra y mucho calor, pero fui al ritmo marcado, bebiendo y comiendo lo que debía siempre con la sensación de poder apretar e ir más rápido, pero sin hacerle caso, hasta que en el kilómetro treinta de la maratón, al que llaman ¨la barrera¨, sentí que tenía fuerzas y no habían molestias, bueno sólo una, y era la de la banda de velcro del chip de cronometraje que me dolía con  cada paso desde que empecé a correr, pero decidí no recolocármelo para saber siempre que el chip iba conmigo, y por tanto mis tiempos quedarían registrados (terminé con una llaga que aún no se me ha cerrado pero que le tengo hasta cariño). En esos últimos kilómetros liberé la motivación que tenía encarcelada desde el comienzo de la prueba, y visualizaba fuertemente a mi madre bajando de una avioneta en Hawái con un collar de flores puesto. Te puedes imaginar lo que significaba eso para mí, era TODO.

Ahí corrí más rápido y con más sensación de fuerza que nunca, empujado ahora por la mente, y con la respuesta correcta del cuerpo a lo que le exigía. Crucé la meta con un tiempo de 9 horas y 19 minutos pero no fue hasta una hora después cuando supe la clasificación. En ningún momento supe qué puesto ocupaba mientras estaba compitiendo, sólo hice lo que me habían enseñado a hacer, y mira que inolvidable sorpresa, al día siguiente subí a un escenario por la mañana a recoger el collar de flores que nos daba la entrada a mi madre y a mí a Hawái, y por la noche volví al mismo escenario, pero esta vez a recoger un precioso trofeo de segundo clasificado de mi grupo de edad. Aún mientras lo digo, me parece casi un sueño, me cuesta creerlo jeje”.

En septiembre tienes el reto de enfrentarte al Ironman más prestigioso del mundo, en Hawái ¿cómo encaras este increible reto? ¿qué objetivos te planteas para la prueba?

“Esa misma pregunta me la hizo el entrenador dos días tras el IM de Sudáfrica. Me dijo “¿quieres ir a disfrutarlo tranquilamente y que sea ese tu premio? ¿o quieres alcanzar tu mejor versión para ese gran día?” interpreté esas preguntas como si me dieran a elegir si quiero una porción de tarta o la tarta entera, y ya puedes imaginar la respuesta.

Como dice el narrador de los vídeos oficiales de cada campeonato del mundo, ¨aquí están los mejores de los mejores¨, así que debo plantearme unos objetivos que sean realistas y que tengan en cuenta que esta vez estaré compitiendo contra los atletas de mayor nivel en ese momento para esa carrera.  Pero también soy consciente de que si me he clasificado, y con un segundo puesto, también soy parte de ese grupo.

Me planteo un top ten en mi grupo de edad, y aún más, quiero hacer la maratón más rápida, dentro de mi categoría claro, ya que al trabajar como enfermero no puedo compararme con participantes que se dediquen exclusivamente a este deporte”.

Imagino que cuando empezabas esta aventura, no pensabas llegar a estos niveles. Una vez aquí, ¿te está resultando complicado compaginar tus obligaciones laborales (en un lugar tan exigente como las urgencias del HUC), con los entrenos y competiciones?

“Eso es cierto, ya que cuando empecé, era difícil hacerlo aún entrenando menos horas y con menos exigencia. Y ahora te aseguro que es algo más que complicado por no decir que a veces es frustrante. Soy consciente de que hago lo que hago porque quiero hacerlo, que conocí y empecé a entrenar y competir en este deporte cuando llevaba unos cuatro o cinco años trabajando en el hospital y que esas ganas iniciales de llegar a lo más alto son las que se han materializado en estos resultados. Pero ahora que he conseguido un billete para participar en el campeonato del mundo en Hawái y un bonito trofeo, no significa que haya llegado a lo más alto de lo que podía aspirar, sino que tengo mayor seguridad en mí mismo y más argumentos para demostrar que puedo seguir por este camino ascendente, hacia ser mejor cada día,  y encontrar en el esfuerzo constante y la superación de obstáculos la manera en la que encuentro mi felicidad y consigo también dársela a los que tengo más cerca.

Así que, mientras la fuente de ingresos económicos la siga aportando mi carrera como enfermero, trato de disfrutarla en cada turno, queriendo dar lo mejor que tengo a cada persona que entra por urgencias necesitando ayuda y hacia los compañeros de trabajo que también comparten su tiempo conmigo ganándose allí su sueldo.

Las subvenciones y el interés mostrado por los organismos públicos en mi carrera hasta ahora son desafortunadamente nulos, así que debo apuntar hacia la vertiente privada para seguir creciendo. Tras llegar de Sudáfrica estoy dedicando estas semanas de descanso a buscar marcas y empresas a las que pueda  servir como herramienta de marketing a cambio de esponsorización para a corto plazo competir en Kona-Hawái el 14 de Octubre de este año, y a medio y largo plazo para seguir por esta ascensión a la que quiero dedicarme por completo”.


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