Las alfombras de El Pozo celebran su 20 Aniversario
Hacer referencia a los actos que establecen una seña de identidad en la festividad marinera de la Virgen de El Carmen, en Candelaria, es poner en valor todo lo que envuelve esta onomástica enfatizando, principalmente, en la procesión de la mañana, en la presencia de la Virgen en el Pozo, en su embarque y Procesión marinera, en el canto de la Salve, en la procesión de regreso y en las alfombras que realizan las personas que viven en la calle El Pozo junto a tantas otras que llegan para ayudar a elaborarlas desde muy temprano.
Durante 19 años los vecinos y vecinas de esta vía han realizado hermosos tapices de sal teñida para honrar a la Virgen y a toda su comitiva, en el trayecto de regreso tras la procesión marítima. Comienzan desde bien temprano para evitar las horas centrales del día, en las que aprieta más el calor, y elaboran 18 alfombras. Celsa Fariña, quien vive al comienzo de un tramo de la calle, se responsabiliza de la organización de las primeras nueve y Walkirio González de las nueve restantes ubicadas en el segundo tramo.
“Este año 2022 las alfombras celebrarán su 20 aniversario si tenemos en cuenta los años que han sido realizadas porque, si lo que contabilizamos es el año de inicio de esta actividad habrían cumplido ya 22 años, pero es que en estos 2020 y 2021 no ha sido posible cumplir con esta vocación vecinal debido a las restricciones pandémicas”, comenta Walkirio González Carrillo, arquitecto técnico de profesión -aunque ya jubilado-, y vecino de la calle.
“Durante todo este tiempo siempre he estado aquí, colaborando con la elaboración de las alfombras”, nos explica Walkirio, recordando la primera vez que participó con sus vecinos y vecinas de esta actividad, “la primera vez que se hizo se trataba de un par de dibujos que se diseñaban al comienzo de la calle para el paso de la Virgen. En ese momento una vecina, sabiendo que yo era arquitecto y sabía dibujar, me pidió que pintase algo. En aquel tiempo se hacían con arena que se traía desde santa Ana. Así que nos pusimos mano a la obra y se hicieron 2 o 3 alfombras. En los dos años siguientes ya nos inventamos otro tipo de tapiz con volutas, caballitos de mar y otros dibujos que facilitaban la tarea. Lo curioso era que todos eran iguales, solo se les cambiaba el color. Fue a partir de esa época cuando ya nos planteamos empezar a rellenarlas con sal”.
Para elaborar estas preciosas obras de arte efímero se precisan tres mil kilos de sal en total. El día anterior a la ejecución de las mismas, el viernes, se reúnen 4 o 5 personas para dar color a la sal. Otras cinco personas se encargan de replantear el tamaño de los tapices y su esbozo sobre la calzada. “Ya el sábado, con la sal coloreada y los dibujos marcados sobre el asfalto, empiezan a llegar los vecinos y otras personas voluntarias para elaborar las alfombras”
Desde el viernes al mediodía o a primeras horas de la tarde, el Ayuntamiento procede al cierre de la calle al tráfico, de tal manera que las personas que van a trabajar en ella, diseñando y confeccionando estas muestras de sal, puedan hacerlo con la mayor seguridad posible. La calle permanece con restricciones al tráfico rodado hasta después del paso de la Virgen y todas las personas que la acompañan. “Para que esta iniciativa se desarrolle como lo ha hecho ha sido importantísima la colaboración del Ayuntamiento”, matiza Walkirio González.
Desde las 7:30h de la mañana, tras el paso de la Virgen hacia El Pozo, en la procesión del Rosario de la Aurora, los alfombristas se reúnen en torno a la casa de Walkirio y Celsa, desde donde han salido todos los útiles necesarios para la elaboración de estas muestras repletas de arte, cariño y sal.
Celsa Fariña nos cuenta que vive este día de una manera muy especial ya que la convivencia entre la vecindad supera cualquier expectativa “las relaciones ese día entre jóvenes, niños y mayores son muy bonitas. Estos dos años en los que no hemos podido desarrollar esta tradición han sido muy extraños y hemos echado mucho de menos no poder juntarnos para hacerlas”.
“El Día de El Carmen se abren puertas y ventanas. Cada persona que viene a ayudarnos voluntariamente se dedica a algo en concreto, atendiendo a las recomendaciones que les damos Walkirio o yo, partiendo de que todos somos voluntarios. Aquí no hay especialistas. Vienen también a colaborar personas mayores que no pueden agacharse por su edad o enfermedad, dedicándose estas a hacer rosquetes, bocadillos, traer agua…, lo que puedan. ¡Esto crea un ambiente de convivencia maravilloso!”, destaca.
En la elaboración de las alfombras pueden participar “todas las manos que lo deseen”, subraya nuestra entrevistada, añadiendo que en algunas ocasiones ha visto “la calle llena, entre 70 y 100 personas ayudando, lo que es de agradecer porque el asfalto quema en las horas centrales del día. Así que, todas las personas que quieran participar son bienvenidas”.
Celsa Fariña siempre ha estado vinculada al arte de realizar las alfombras en Candelaria y nos cuenta que ya hace algo más de 50 años su familia dedicaba parte de su tiempo a esta acción “Mi familia y los vecinos de la calle El Pozo se reunían para desmenuzar flores y con los pétalos hacían una especie de pasillo por donde pasaba la imagen. Esta era la manera que ellos tenían de dar el recibimiento a la Virgen, a su paso de vuelta a la Parroquia de santa Ana”.
El tiempo sigue su propio discurrir y esta tradición se mantiene y mejora gracias al buen hacer de la vecindad.
Tras la procesión marinera, La Virgen de El Carmen es desembarcada en el muelle y acompañada por pescadores, costaleros, cofradías, autoridades, banda y pueblo en general hasta su templo. A la entrada de la calle El Pozo, un pequeño altar espera a la Imagen en el que es honrada, antes de que su paso discurra sobre el magnífico tapiz elaborado artesanalmente por las manos trabajadoras de sus vecinos y vecinas.
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