“Hace 11 años decidí hacerme cargo de la chocolatada. Es mi forma de colaborar con las Fiestas”
Texto: Tere Coello
Carmelo Martín Mesa, natural de Igueste de Candelaria, es el máximo responsable de la “Churrería El Kiosko”, lugar emblemático y frecuentado por las muchísimas personas que visitan Candelaria casco durante todo el año, haga frío o calor.
Este negocio adquiere mayor relevancia, si cabe, durante las Fiestas de julio ya que, desde hace algo más de una década, los acompañantes de la Imagen de la Virgen, en la procesión del Rosario de la Aurora, son obsequiados con chocolate y churros a su llegada al muelle.
“Desde el año 2011, en plena crisis económica, tomé la iniciativa de hacerme cargo de los gastos de la chocolatada. Hasta ese momento este era un encargo que me hacía el Ayuntamiento, corriendo a cargo de los gastos del mismo”, indica el propietario de la churrería, explicando que la adversidad económica que se vivía por entonces y los recortes que debían llevarse a cabo desde las administraciones, hacían peligrar esta actividad que se venía realizando desde algunos años atrás. “Recuerdo que la situación estaba muy complicada, así que decidí hacerme cargo yo. No es que me sobrara el dinero, pero si sabía que favorecía a mi negocio el resto de festejos y actividades. Hay que estar en las buenas y en las malas y es una forma de colaborar con las Fiestas”.
Así es que, desde hace 11 años, la Churrería el Kiosko se hace cargo de la chocolatada con la que desayunan las personas que se encuentran en El Pozo, el día en el que se celebra la festividad de El Carmen en el municipio, “un año empezamos y ha seguido. Además, tengo especial ilusión con la Virgen, ¡es mi tocaya!”, dice, sonriendo. “En cualquier caso, estas son unas fiestas muy entrañables en las que todos colaboran: los pescadores, los que hacen las alfombras, los que hacen los papeles para las fiestas, los cargadores… ¡Todos ponen su granito! Y siempre hay muy buena relación entre unos y otros”.
Carmelo Martín, en la madrugada del día de la fiesta, acude a su negocio en torno a las 5 de la mañana para preparar todo lo necesario con lo que agasajar a un promedio de 200 personas, algún año más y algún año menos. “Como hace dos años que no se hace, probablemente este año vendrán más personas”, nos dice.
Y si ya hacemos referencia a cantidad de materia prima, nos comenta el churrero que “se elaboran entre 25 y 30 ruedas de churros, como mínimo. Aunque es difícil dar una cantidad exacta porque eso depende de las personas que vengan en la procesión. Como esta pasa por delante de la churrería, entonces ya calculo más o menos lo que tengo que servir, partiendo de la base establecida. En lo que se refiere al chocolate podemos estar hablando de algo más de treinta litros”.
Para la elaboración de este desayuno se necesitan 40 kilos de masa para los churros, a lo que hay que sumarle la cantidad correspondiente de aceite donde son fritos. En lo que respecta al chocolate, se necesitan 15 tabletas de chocolate, 5 kilos de cacao y 30 litros de leche.
La elaboración final de estos churros comienza casi a la par con la salida de la procesión, a las 7 de la mañana “para que se los coman calentitos”, matiza Carmelo. “Cuando ya están hechos vienen los operarios del Ayuntamiento, cargan la furgoneta, y son ellos los que se responsabilizan de repartirlos en la explanada del muelle. Se organiza un mostrador o similar y se convida a los que allí se encuentran”.
Estos dos años de restricciones no han sido ajenos ni fáciles para nadie. Carmelo tuvo que dejar de servir en las mesas, con lo que ello ha significado, aunque lo han llevado mejor que otros negocios. “Nosotros hemos escapado más o menos bien, porque nuestro producto permite la posibilidad de ponerlo para llevar”.
La tradición de comer churros a orillas del mar se da en muy pocos lugares y Candelaria es uno de estos; algo que resulta extraño si asociamos el consumo de este producto a lugares más bien fríos “En verano se come mucho churro, incluso en pleno mes de agosto. ¡Ojalá fuera julio y agosto todo el año!”, enfatiza, añadiendo que la venta de churros tiene mucho que ver también con la celebración de las fiestas y la cantidad de gente que viene a veranear a Candelaria, “son muchas las personas que vienen a buscar los churritos para desayunar o son muchas las que, paseando por las tardes por aquí se comen un churrito para merendar. Siempre apetece”.
La Churrería el Kiosko es un negocio familiar en el que trabajan 5 personas y que ha pasado de generación en generación. “La fundadora fue mi madre, Joaquina Mesa, en el año 1976. Y nosotros hemos seguido sus pasos”, señala, recordando que en esa época ya ayudaba a su familia en el negocio en época de las Fiestas, “yo tenía que trabajar dentro, pero me acuerdo que esta zona se llenaba con las pistas de los cochitos locos, tómbolas y demás”.
La Churrería el Kiosko se encuentra ubicada en la Avenida de la Constitución, en la Plaza de Los Pescadores, atendiendo al público de miércoles a domingo, en horario de mañana, de 9 a 12, y de tarde, de 6 a 9:30.
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